jueves, 13 de agosto de 2009

Muy muy lejano

Difícil mirar para el costado, despedirse seco, hacer la mirada a un lado.
El retrato que te brinda el núcleo urbano donde sobreviven los olvidados.
Hay algo más desnudo que la verdad, los pies sumergidos, el rostro en humedad.
Las manos cansadas hacen el palacio de las sonrisas borradas.
Las 4 patas bien saben mejor alimentadas, escapando un rato del mundo cancelan sus miradas.
La base en la cabeza se refugia el cuerpo en su propia fortaleza.
El código desaparece en un respiro, la vida presa de incierto destino.
Un camino más largo, soldaditos sin puesto ni cargo y un oficio en una historia que es letargo.
Cansancio del alma, una caja y mil ilusiones no alcanzan.
Se apagan los colores del cielo y la sonrisa se quema en el fuego, arde el paisaje donde se robaron los deseos.
Grietas en el cuerpo y en el corazón desde el inicio, títeres de un juego que ya es un vicio.
La urgencia es tan inmensa que es tan pequeño el mar, las voces no llegan ni van a llegar: eterno sangrar.
Lo que se dice llega convertido, veneno para los oídos, ley del tiempo y del bolsillo: la ecuación del olvido.
Si en la noche no hay un brillo que encender, la revolución de la soledad en muy lejano esta al caer.
Elegir es definir el porvenir, de una tierra tan cercana como su propio fin.

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