miércoles, 27 de mayo de 2009

El alfajor, y una historia redonda

Hablar de alfajores es hablar casi de una parte del ser argentino, de su cultura. Según ellos (los argentinos), el alfajor es uno de los más importantes inventos que le han brindado al mundo. Y mantienen esta idea a ultranza, a pesar de que varias corrientes árabes indican que la circunfea golosina nació en sus tierras. Esta declaración ha generado a varios conflictos diplomático – verbales con el gobierno argentino, el cual amenazo con llevar el debate a la Corte Internacional de La Haya en caso de ser necesario.

Pero mas allá de los conflictos bilaterales, hay claros indicios que el alfajor es oriundo del país creador del tango, el mate, Maradona y la hiperinflación.

La golosina en cuestión, desde su masiva aparición en la sociedad, fue objeto de estudios científicos y debates filosóficos entre los intelectuales con más tiempo libre que los demás de la época, que se reunían en torno a discutir sobre la misma. Según entendidos en marketing estas discusiones se basaban principalmente en la forma del producto, si debía ser redondo o cuadrado. Se abrieron dos corrientes de pensamiento, cada una fundada en una forma: los redondos, cuyo principal vocero era un tal Patricio, el calvo (que luego fue olvidado en el instituto neurosiquiatrico Borda cuando comenzó con sus delirios de Rey), los que mantenían que al hacer un alfajor cuadrado se corría el peligro que una de las puntas se claven en la garganta de uno, vio. Y los cuadrados, en su mayoría conformado por inmigrantes españoles, oriundos de la región de Galicia, los cuales eran objetos de las cargadas y chascarrillos no solo de su grupo opositor, sino de alguna parte de la sociedad, principalmente aquella que no era gallega.

Más allá de esto último, los líderes en mercado mencionan que la golosina ha sido todo un éxito con el paso de los años. Al consultarles cuales fueron los motivos de este suceso, los estudiosos mencionan que obviamente las campañas publicitarias tuvieron su importancia, pero mas que nada los especialistas coinciden en un 95%, y mas también, en que la principal fuente de marketing han sido las madres, y la falta de originalidad de los argentinos a la hora de hacer un regalo cuando se van de viaje.

La primera razón se argumenta en la manera en que los niños se abalanzan a consumir cualquier golosina de un kiosco, las que son consideradas por las madres como “porquerías que al final lo único que hacen es lastimar los dientes y caer mal al estomago”. Ante esta situación, mencionan los estudiados y también los psicólogos, las madres alientan a sus pequeños a una mejor alimentación a través de la frase “porque mejor no te comes un alfajor, eh?”. Esta frase ha sido el mejor spot publicitario.

El segundo motivo se justifica en la clásica (e insoportable ya) manía de comprar una caja de alfajores en cualquier parte del país donde un argentino vaya, ya sea por vacaciones, por negocios, con un amante, o para escapar de la justicia. Cada zona del país tiene su “sándwich dulce” como suelen llamarlo e el viejo continente, y cada uno se diferencia del otro no solo por su contextura, relleno, o sabor, sino también por su envoltorio. Todavía los expertos no han podido determinar si este comportamiento responde al gusto y/o fanatismo por el alfajor en esas tierras, o por la carencia de ideas al hacer un regalo mejor para salir airosos del compromiso. Pero si concuerdan en que es la mejor opción entre otros regalos clásicos, como ser una piedra del lugar, una postal, o una remera con la leyenda “yo estuve aquí”.

En cuanto a su inventor y el momento de creación, se pueden recopilar varios datos que se esparcidamente aparecen en libros de historia y manuales de cocina, pero hasta ahora nadie tuvo interés en agruparlos.

Dice la leyenda que comenzó siendo una alternativa al clásico sándwich, pero el hecho de tener un pedazo de fruta en medio de dos panes hacia la tarea de la digesta algo engorroso y atragantador. Aparentemente la gran innovación la realizo un tal Jorge, el pequeño, habitante de un pequeño pueblito en la provincia de Mendoza llamado Guaymallen, el cual, ante la imposibilidad de pasar una pasta de uvas por el alto grado etílico que contenía, elaborada por su abuela (la que pasaría a llamarse mermelada (hablo de la pasta, no de la abuela)), el niño tomo un pedazo de galleta que llevaba sobre la mesa cuatro días, y coloco la pasta sobre el mismo. Como vemos, comenzó siendo un canapé dulce, hasta que, como todos los inventos, sin querer, tuvo la osadía de poner otro pedazo de galleta encima, solo por angurriento. El pequeño vio que era mejor, ya que no se encastraba los dedos al agarrar la preparación.

Pero sin duda el gran auge de la golosina fue gracias a la aparición del dulce de leche, en la ciudad de Balcarce.

Desde aquel momento la única mejora que sufrió el producto fue la utilización de un cobertor, en su preferencia de chocolate. Aparentemente esto nace en las cárceles, cuando los familiares visitaban a los presos y les llevaban alfajores, ocultando entre las tapas distintos elementos como limas, picanas, y fotos de atractivas mujeres para los momentos de recreación.

Mas adelante salio una alternativa al clasico alfajor, el cual estaba formado por dos tapas de un compuesto conocido como maizena. Esta creación ocasiono una gran cantidad de muertes por ahogo al comer los nuevos alfajores, lo que genero que el gobierno tomara la decisión de prohibir su producción y sacarlos del mercado. Con el tiempo se volvió a permitir la comercialización del mismo, pero obligaba al comensal ir acompañado por otra persona que cumpliría la función de aplicarle un patada en el tórax luego de la ingesta del producto, en el momento en que la persona comenzaba a ponerse azul.

Con el paso del tiempo la posibilidad de avance de los alfajores parecía extinguirse, y cuando el mismo comenzó su decaimiento, resurgió de entre las cenizas gracias a un reconocido conductor televisivo que en la década de los `90 del pasado siglo correspondía su enorme éxito por introducir en su boca alfajores enteros sin atragantarse, lo que generaba la idolatría y aplausos de su publico. Por esto, un fabricante lo reto a tragarse un enorme alfajor. Pero como al ponerle relleno en exceso las tapas no resistían y se quebraban, tuvo que acudir a varios estudios técnicos y arquitectónicos, los que, después de varios años de estudio, concluyeron en que la única forma de que la estructura resistiera era colocando una tapa en el centro, repartiendo en maneras proporcionales, e iguales también, al relleno. Así nació el conocido alfajor triple.

Más allá de que en los últimos años han salido nuevos gustos y tipos, esa parece haber sido el ultimo gran avance en la golosina. Sobran las marcas y modelos, pero la historia arroja la conclusión de que jamás apareció un alfajor cuadrado, lo que demuestra la gran victoria de los fundadores de la corriente redondistica.

Las discusiones de su verdadero paradero podrán seguir su curso, pero sin duda alguna en ninguna parte del mundo tuvo mayor evolución, prestigio y éxito que en el país austral.

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