viernes, 17 de julio de 2009

El Misterio De La Materia

Avanzamos ciegos, sin una meta concreta, librando obstáculos a corto plazo, escasos de significado, sin mirar atrás.
El rugido de la bestia se hace notar y por momento parece que va a anclar, provocando ira en un significante que de lógica no tiene registro.
Nadie viene detrás, nadie se encuentra a nuestro lado, la soledad de un espacio vacío nos estimula.
Los espejos reflejan tan solo el rostro de la desesperación infundada, y una mueca que se dibuja y se torna abstracta no para de mascullar.
El cuerpo, rígido como escultura, parece desconectarse de la mente: predomina la obstinación, no conoce de cambios.
El camino parece no tener final, pero el horizonte en la recta no trasciende. Avanzando por tramos, una maniobra efímera que corone en un plano sin sentido.
No sabemos de donde venimos, no sabemos a donde ir, solo seguimos con la mirada expectante a lo que va a venir.
La carrera siempre se cree que la gana el más rápido, o en menor medida el que saber llegar. ¿Quién gana cuando se es uno y no hay meta por alcanzar? ¿Es el ganador también el perdedor, por llegar primero pero también ultimo? ¿Cómo saber cuando ganar si no se sabe cual es el final?
Pero el cuerpo encierra un alma cifrada con un código infinito imposible de acceder, cuando no se sabe a donde ir, más apurados estamos por llegar.
Y siempre queremos pasar al de adelante, que aunque el sí tenga un destino, para el sin rumbo es una piedra en el camino.
Lo pasamos.
¿Y ahora?

1 comentario:

Alfajor De Frutas dijo...

Está muy bueno, pero a que te referiste con la bestia? Pero la verdad que está bueno.